Los eucaliptos que tan cansados estamos de ver por
tierras asturianas, son en realidad originarios de Australia y Tasmania. En la actualidad también crecen en los
países mediterráneos, África y América.
Hasta finales del s. XIX se plantaban eucaliptos con la
intención de desecar zonas pantanosas. En estas zonas y gracias a este árbol,
que luego ha sido bautizado como “árbol de la fiebre”, se llegaron a erradicar
las fiebres tropicales como la malaria.