¿Y esas manos? ¿de quién son?
Penetrando a través de mi piel,
meciéndome como cuando mamá me saca de la cuna, oigo una música tan dulce, que
solo puedo sonreír y el calorcito de estas manos que me aprietan sin hacer daño…
que a gustito estoyyyyy.
Ya no me duele la tripa. Ufff,
es tan incómodo sentir eso en mi barriga todas las tardes.
Ese fuego de mi tripa me hace retorcerme y me
pongo colorado de tanto llorar.
Luego viene papá, le dice a mi
mamá que no es culpa suya, que le deje a él un rato y entonces me pasan a los
brazos más altos de mi padre. Huele muy bien… pero ahora mismo prefiero las
manos esas calentitas que me echan un chorrito de algo cálido y muy oloroso.
Suben por mi pecho y bajan hasta mi tripa, el dolor este parece que se calla.
¡qué alivio!
Ahora me están amasando un
brazo, son las mismas manos que no aprietan mucho, pero que van bailando por
todo mi cuerpo. ¿Y la tripa? ¡Se ha callado del todo!
Je,je, je, eso me hace
cosquillas, además, tengo muchas “lorzas” en las piernas. Eso le oigo decir a
mi madre cada vez que me viste. Luego me achucha y se ríe.
Como siga haciendo eso con mis
pies me voy a hacer pis otra vez.
Ahora me dan la vuelta y las manos suaves bajan por
mi espalda, es tan gustooosooo. Ya ha dejado de doler. Me está entrando el sueño. Ese olor es muuuuy
rico. La música se oye más lejos.
Mamá ya no parece enfadada
conmigo. Oigo el agua. ¡qué bien, la hora del baño! Me encanta flotar con las
manos de mamá sujetándome por detrás. Pero, ¿se han ido las manos suaves que
resbalaban? ¡Qué pena!. Me gustaría que volvieran, pero mi bañera también me
gusta mucho. Y mamá sonríe de nuevo. Se me abre la boca… Anda mami, ponme el
pijama y déjame dormir.
El calor de mi tripa ya no está.
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