En el deporte de élite, además de entrenamiento,
patrocinadores y disciplina hay una posición y un oficio que no puede faltar ya
que sin él, muchos de estos deportistas no lograrían jamás alcanzar el punto
más alto dentro de su disciplina, ni tampoco mantener intacta su integridad
física...
el masajista deportivo.
Antes, durante y después del entrenamiento y también antes,
durante y después de la competición ejercen de terapeutas físicos y también
psicológicos. A través de sus manos alivian, tonifican, implementan la resistencia física y
dan empuje y ánimo psicológico a sus deportistas.
El masaje deportivo consiste en una serie de maniobras que
preparan, tratan y controlan el estado de los tejidos. Sus objetivos son:
- Optimizar el rendimiento muscular
- Prevenir lesiones
- Encontrar lesiones
- Apoyo en el tratamiento de lesiones
- Lucha contra la fatiga
- Aumentar la capacidad de trabajo
- Activan la circulación de los fluidos y con ello la eliminación de toxinas y materiales de desecho que restan efectividad y rendimiento al músculo.
- Procuran un analgésico manual que atenúa las lesiones y permite al deportista enfrentarse a la recuperación.
- Y tonifican implementando la capacidad del deportista.
Queda claro entonces que el masaje no es solo una moda, un capricho
en el spa, un recurso de última hora para hacer desaparecer esa contractura
molesta que de pronto ha asomado en la vida diaria.
El masaje, en cualquiera de sus especialidades, es una terapia seria,
estudiada y tan necesaria como la buena alimentación y el mejor de los
entrenamientos.
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